AVISO PARA NAVEGANTES

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miércoles, 23 de mayo de 2012

¡A LOS CANALLAS, JUDEO-INQUISIDORES, BOTA Y SUELA! AHÍ LES DEJO LA SEGUNDA PARTE DE LA CARTA DE PEDRO VARELA. UN VALIENTE INOCENTE, AUNQUE A LOS EMBUSTEROS DUELA.

Pues Sí, Señoras/es/os-
Como lo Prometido Era Promesa y Yo Siempre CUMPLO LAS MÍAS.
Y LA ENTRADA DE HOY, - RESUMIDA EN TRES DE MIS FAMOSOS SONETAZZOS ALLA CORNAMENTA, QUE ESPERO LES GUSTEN-,APENAS REVELA NADA MENOS MALO, SOBRE LO YA SABIDO Y SOPORTADO.
HE DECIDIDO DARLES DOS POR UNO, SIN COSTO ADICIONAL ALGUNO, POR SU PARTE.

PUES ESO, DOS PAJAROS, LIQUIDADOS POR UN SÓLO CARTUCHAZO.

Ahí Les Dejo La SEGUNDA PARTE de La CARTA DESDE PRISIÓN De PEDRO VARELA, Que Explica, Documentadamente, Quiénes SON, LOS FOMENTADORES DE "LOS DELITOS DE ODIO" Y CUALES SON SUS FINES.
¡ENTÉRENSE DE UNA VEZ, DE CÓMO LES MANEJAN!


¡QUE DISFRUTEN POR PARTIDA DOBLE.

Un Saludo
 
Un BRINDIS POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA

y

¡¡RIAU RIAU!!


Mardi 22 mai 2012
CABECERAS-CARTA-58-BLOG.jpg
 
Dado el certero análisis que el Dr. Pierce realizaba en otro de sus programas radiofónicos (5), citémosle de nuevo. “Está claro para mí que esas historias sensacionalistas de los controlados medios de comunicación, que todas pretenden estar contra el odio —de hecho, afirman deplorar el crecimiento del odio en nuestra sociedad, estar alarmados por él y estar buscando maneras de mejorar la situación—, esas historias que denuncian el odio tienen el efecto de causar odio” hacia quienes les ponen en evidencia, como nosotros. Existe una relación causa-efecto que nos lleva a deducir que estaba planeado así. “O lo que es lo mismo, todas esas protestas de los medios de comunicación sobre el crecimiento del odio” en Europa, están realizadas intencionalmente con el propósito específico de provocar odio, de incitar al odio. Si reunís esas historias del New York Times, El País, La Vanguardia, El Periódico u otras “marcas” de los controlados medios de comunicación de masas al servicio del plan y las estudiáis, veréis un cierto patrón. Por ejemplo, siempre utilizan la palabra “odio” al escribir sobre Pedro Varela o la Librería Europa y Ediciones Ojeda. Sea una historia larga o la más corta imaginable, se hará lo posible para usar la palabra “odio” u “odiador”, o la frase “grupo de odio”, “literatura del odio”, “conferencias del odio”, “difusión del odio”, “doctrina del odio”… Lo importante es mezclar cualquier actividad editorial o cultural con lo que la Liga Anti-difamación judía (ADL) y la logia judía B’nai B’rith definieron ya en sus orígenes como “hate speech” (“discurso del odio”), que sus tentáculos no han hecho sino exportar a nuestra sociedad local, la “provincia España”. Es evidente que estas cosas no suceden por chiripa, porque ocurre de forma consistente y siguiendo un plan perfectamente diseñado jurídica, sociológica y psicológicamente. De este modo lo que tratan de hacer deliberadamente es crear una asociación en la mente del lector o del telespectador medio entre cualquier mención sobre mí o mi editorial y librería a la emoción del odio. Se trata de una perfectamente trazada ingeniería psicológica. Con ello intentan que la gente no reflexione sobre lo que se esconde detrás del uso de los “delitos de odio” —esta entelequia significa sólo lo que el Sistema quiere que signifique—. De este modo el amo utiliza a la población misma como tropa de choque contra su propia libertad de expresión e información. Esa correlación lleva a los que dicen que odian el odio a lanzar recurrentemente adoquines contra Librería Europa y su personal. Esos adoquines, cócteles molotov y quema y secuestro de libros se realizan —deducimos— inmersos en el “pacifismo” e imaginamos que sin odio. Curiosa manera de combatir el odio. ¿Quién sale ganando? La ADL y sus correligionarios, auténticos inventores de la criatura denominada “delitos de odio”.
En las últimas décadas, su propaganda de odio ha estado dirigida no sólo contra los alemanes, perdedores de la guerra mundial en el siglo pasado, sino también contra todo el que no sea políticamente correcto, es decir, todo aquél que no se trague el anzuelo de sus nuevos dogmas ideológicos y se resista a ser diluido en el “melting-pot” del Nuevo Orden Mundial. Tanto más contra cualquiera que ofrezca al público la posibilidad de informarse sobre los temas tabúes, dando un nuevo giro talmúdico digno de la mejor ingeniería sociológica: usar una fingida campaña contra el odio para incitar al odio contra lo autóctono. El truco de usar la ficción de estar luchando altruistamente contra el odio para incitar al odio contra los oponentes no es nuevo. Lo nuevo es el invento del delito.
Inventaron los términos “delitos de odio” y “discurso de odio” (“hate speech”) hace poco más de dos décadas, y empezaron a ser importados a nuestro país a mediados de los 1990.
Pero ya George Orwell nos advirtió de lo que se nos venía encima allá por 1948, cuando en su célebre 1984 popularizó el concepto de “crimen mental” con su novela entonces futurista, hoy ya realista.
En cualquier caso, han estado usando su influencia política para forzar al gobierno y las diversas instituciones y poderes estatales (legislativo, judicial, policial) para que reconocieran oficialmente su invención e instituir las llamadas “estadísticas de delitos de odio” que tanto reclama el mediático “fiscal rojo” (6).
De la noche a la mañana, y por aparente casualidad, todos los controlados medios de comunicación de masas comenzaron a usar esos términos, pura ingeniería del lenguaje previa a la ingeniería jurídica. Ahora ya tienen a su flamante fiscal de delitos de odio recorriendo foros dando discursos sobre la necesidad de erradicar el “delito de odio” y el “discurso de odio” que ellos mismos han inventado, o bien adoctrinando a los jueces recién salidos de la escuela judicial sobre la necesidad de que hagan una interpretación restrictiva de la Constitución para criminalizar a quienes ponen en evidencia su plan destructor. Así demonizan a sus enemigos y los hacen aparecer como irracionales, peligrosos y odiosos ante el público.
Así que el truco es sólo aparentemente nuevo, pero el odio que destilan contra la humanidad no es nuevo. Hoy su engañosa campaña de odio se dirige contra los patriotas y los identitarios, último bastión de nuestros pueblos.
Son pues los nuevos guardianes de la corrección política y ellos deciden cuál es el significado de “delito de odio”.
Está muy bien que exista una “asociación para promover a la gente subsahariana” en la Universidad o en otro lado. Sabemos que eso es políticamente correcto. Pero si, por ejemplo, alguien se atreviera a organizar una asociación universitaria reservada a estudiantes blancos se encontraría con aullidos de indignación de los “guardianes” de la corrección política.
Otro caso: todos sabemos que expresar revulsión por las prácticas de los homosexuales, sentida por todo heterosexual aún con instintos naturales saludables, es el colmo de la incorrección política y hará que se nos etiquete de “odiadores” en un instante. Sólo con pretender dar a nuestros hijos un ejemplo positivo de masculinidad y feminidad heterosexual tradicional, nos hacemos sospechosos de “odiar”, así que más vale hacerlo discretamente, que es lo que a la postre pretenden: “dejaros avasallar o acabaréis etiquetados con algún delito de odio”.
Pero no nos olvidemos de una enseñanza: aquél que tira la piedra y esconde la mano deberá ser acusado de la pedrada.
Resumiendo: han estado ejerciendo presión durante años para que se promulgaran leyes contra los “delitos de odio”, quedando en sus manos decidir y definir qué diablos es eso. Son maestros de la manipulación psicológica —maestros de la mentira, les llamaba Cristo—. El propósito de llevarme a mí a la cárcel, y hacer de la mera edición de libros algo altamente criminal en los periódicos, es intimidar a la población para que no lea nuestros libros y vea lo que le puede pasar a cualquiera que se resista a sus planes. Y lamentablemente este tipo de intimidación funciona entre los pusilánimes demasiado a menudo. Funciona porque se aprovechan de vuestra timidez y porque saben que estáis acobardados con su griterío en los medios. Por eso es necesario pasar al contraataque, decir basta y pararles los pies, antes de que sea demasiado tarde.
“Solzhenitsyn (7) lamenta que los ciudadanos de San Petersburgo se acobardaran detrás de sus puertas cuando las furgonetas negras —enviadas por Yagoda— paraban delante de sus bloques noche tras noche para arrestar a los vecinos. Si al menos los rusos decentes hubieran respondido —dice Solzhenitsyn— cuando los matones arrastraban a sus víctimas, fácilmente podrían haber arrollado a las fuerzas de Yagoda y haber forzado el final de los arrestos en masa. Pero no respondieron y los arrestos y las liquidaciones continuaron. Y así, concluye el autor de Archipiélago Gulag, debido a su cobardía y egoísmo los rusos sufrieron lo que los judeo-comunistas les hicieron. Un cuarto de los habitantes de la ciudad fue liquidado por Yagoda en dos años. Aplicaos el cuento.
Y pronto, pues hay algo de urgencia, ya que los sionistas de la ADL y sus homólogos en España continúan presionando para que se implementen los “delitos de odio” y el “discurso de odio” —que significa cualquier discurso que contradiga su versión de los hechos—.
Tenemos la Constitución, y se supone que limita hasta cierto punto lo que los políticos pueden hacer tras ser elegidos. Tenemos un sistema de tribunales que se supone que se asegura que los políticos no se desvíen mucho de la Constitución. Y un Tribunal Supremo y un Tribunal Constitucional que supervisan que los tribunales ordinarios no se desvíen en su interpretación de la anterior. Pero los jueces de esos tribunales son, en demasiados casos, designados por los políticos a los que se supone que tienen que vigilar. Con lo cual buena parte del sistema queda viciado.
Por eso es posible que, tras imponer el invento de los “delitos de odio” lleven a cabo un nuevo contorsionismo lingüístico y hagan deducir a las mentes sencillas —que son mayoría— que “delitos de odio” y “grupo terrorista” son equivalentes. Un cambio significativo. “Grupo de odio” es un término enfermizo que pueden aplicar a cualquier grupo humano que defienda ideas o doctrinas con las que no están de acuerdo. Las feministas en Estados Unidos ya hace una década que califican de “grupos de odio” a los movimientos anti-abortistas. Pero un grupo terrorista es en realidad un grupo que se involucra en actividades terroristas con bombas, armas, asesinatos, secuestros y cosas parecidas. Pronto sugerirán que lo uno y lo otro se compenetran.
La legislación de “delitos de odio” que la ADL (Liga Anti-difamación judía) se propuso implementar ya en la década de 1990, consiguiéndolo en buena medida, pretende castigar a una persona por lo que se supone que estaba pensando antes o durante la expresión de una opinión —convertida en ofensa— contra un miembro o un grupo de miembros de una minoría oficialmente favorecida. Nuestros flamantes progres catalanes no son sino la correa de transmisión de la ADL y sus correligionarios, lo sepan o no —podeis estar convencidos de que lo saben o cuando menos lo intuyen-.
Por ejemplo, puedes publicar un libro con información fidedigna que demostraría el dominio descollante del lobby judío de los controlados medios de comunicación de masas, la Alta Finanza internacional, etc. El libro y su autor quedan totalmente amparados en los derechos garantizados por la Constitución en el ejercicio de nuestras libertades. Pero como ese lobby denunciado por nuestro autor y las asociaciones que promueven los delitos de odio son un mismo grupo de intereses, para ellos el autor no es un autor sino un “odiador”, y su editor, quien esto suscribe, un “promotor del discurso del odio”. Ahora existe el libro y el “libro de odio”, esto es, cualquier libro que no guste a los sionistas y sus comisarios. Sólo por ello estás sujeto a su castigo. Y no sólo eso, el castigo será más severo que el que recibirías si te refirieses a los esquimales, por ejemplo. Escribir y editar ya no es simplemente escribir y editar. Ahora existe el editor y el “editor del odio”. Y para decidir cuál es cuál, el fiscal ordena mirar tus gustos personales de lectura, husmear qué tipo de música escuchas, investigar tus afiliaciones políticas y religiosas, preguntar a tus vecinos sobre posibles expresiones de tus opiniones políticamente incorrectas que pudieses haber dicho, e incluso ordenar una copia de todos tus SMS, e-mails y conversaciones por el móvil para encontrar cualquier frase desafortunada fuera de contexto. Luego presentará toda esa información hábilmente dispuesta ante el tribunal como pruebas contra ti. Todo el concepto de “delito de odio” es orwelliano. Pone patas arriba y da la vuelta a todos los conceptos humanistas de la tradición occidental de ley y libertad individual. Pero como el grupo más ruidoso de entre los que promueven el delito de odio es el judío, ningún político de izquierdas ni de derechas se atreve a hablar contra él, conocen su poder.
Nosotros también podemos encontrar muchísimas programaciones televisivas o películas de Hollywood ofensivas para nuestra fe, nuestra historia, nuestra moral o nuestra visión del mundo. Pero podéis estar seguros que no es eso lo que la ADL y sus fiscales tienen en mente cuando hacen campaña a favor de leyes y acciones contra el “discurso del odio”. La misma ADL constata que pese a todo aún no lo controla todo. De ahí que la ADL esté especialmente interesada y haya estado trabajando en implementar legislación y software para desarrollar programas de censura para que los usuarios de internet no puedan encontrar información políticamente incorrecta que ya han conseguido censurar en los medios impresos.
No contentos con eso, la ADL ha cultivado durante años su relación con las instituciones policiales. La ADL y sus adláteres de provincias como España -como pueden ser sus fiscales afines y supeditados-, adoctrinan a los policías y jueces con su propaganda de odio con la excusa de enseñarles cómo “reconocer” y combatir a los heterodoxos y la forma adecuada de “interpretar la ley” y acotar la Constitución para imponer su dictadura ideológica planetaria. Han convencido incluso a todo el mundo que carece de importancia que la misma ADL sea una organización criminal —y han sido pillados in fraganti con archivos policiales robados y miles de fichas de ciudadanos norteamericanos conseguidas ilegalmente—. Hay que empezar a contemplar con creciente horror e indignación la subversión de nuestras instituciones policiales y judiciales.
Y todo esto pueden hacerlo sólo porque la gente decente se queda de brazos cruzados. Si las personas decentes además de indignarse se levantaran y aceptaran su responsabilidad personal por nuestra libertad y la de nuestros hijos, si se comprometieran y empezaran a trabajar unidos, podríamos pararles los pies a los nuevos comisarios. No seamos, pues, cobardes holgazanes, porque la vida no nos perdona ni un minuto perdido. No te disfraces de tío listo que no se compromete con nada ni se arriesga en nada. Hay que participar en la vida y no esperar al final de la película. Sé actor y no sólo espectador del drama. Cierto, los burócratas intentarán poner tu nombre en algún tipo de lista de “enemigos” políticamente incorrectos. ¿Y qué? Contémplalo como un honor y su lista carecerá de valor alguno.
¿Se os ocurre un solo medio de comunicación de masas, un solo periódico, una sola cadena de televisión que no esté a favor de leyes contra el llamado “discurso de odio”? De este modo, los que se pasan el tiempo libre sentados en el sillón ante el televisor han sido convencidos de que los “odiadores” deberían ser encarcelados. De este modo los que vulneran lo políticamente correcto son encarcelados más por lo que se supone que estaban pensando que por lo que hacían.
Los “progres” por un lado y los ultraliberales por el otro, afirman que necesitamos estas leyes para mantener la tranquilidad doméstica, que es más importante evitar que se hiera los sentimientos de la gente por un “discurso de odio” supuestamente ofensivo que el preservar la libertad.
Los que están a favor de estas leyes también pretenden abolir la libertad. Dicen que están a favor de la libertad de prensa y la libertad de expresión, pero de lo que están en realidad a favor es de la libertad de su prensa y la libertad de su expresión, no de la de los demás.
Los Protocolos de los Sabios de Sión, por ejemplo, por cuya publicación estoy también en la cárcel, es ciertamente un documento de interés histórico, independientemente de cuál sea nuestra opinión sobre su contenido. Y aun así, éste como otros libros de nuestro catálogo es denunciado de forma rutinaria por los medios y organizaciones judías como “literatura del odio”.
No puedes leer un artículo sobre nuestros libros en ningún periódico importante sin ver la palabra “odio” al menos una docena de veces. No sólo porque no les gusten, sino porque están tratando deliberadamente de condicionar al público —de lavarles el cerebro— formando en sus mentes la asociación entre nuestros libros alternativos y miedo, odio, violencia, etc. Intentan atemorizar al público deliberadamente.
La mayoría de los policías locales, aun en pleno adoctrinamiento ideológico, están algo confusos con esta nueva categoría de “delitos de odio” que los sionistas han promovido a través de diversos estamentos legislativos en este país. Hace veinte años todo el concepto de “delito de odio” era desconocido. Ellos lo inventaron y se autotitulan “expertos” en él.
La “Liga Anti-difamación” judía (ADL) y organizaciones similares son descritas como organizaciones de derechos humanos. Y se presentan ante las policías y fiscalías locales con aire de autoridad ofreciéndoles “ayuda”. Lo que significa que se ofrecen a proporcionar seminarios de adoctrinamiento a policías locales para que aprendan a “descubrir” y “tratar” los “delitos de odio”. Pocos cuestionan los verdaderos motivos de la ADL y sus colaboradores necesarios. Simplemente aprenden a odiar a la gente que la ADL les dice que desprecie. En cuanto surge alguna cuestión en torno a disidentes, se dirigen a los de la ADL a pedir consejo, creando una relación cuasi oficial entre las fiscalías y policías locales tontainas y esa banda de delincuentes internacionales que está involucrada en actividades criminales a gran escala y ha sido cogida robando archivos policiales confidenciales a escala inmensa (fichas de 12.000 personas sólo en California). Han sobornado a policías y a otros servidores públicos para tener acceso ilegal a información confidencial. La ADL tiene fuertes lazos con otras organizaciones criminales. Nada menos que “el Padrino” de los bajos fondos de Las Vegas, el judío Moe Dalitz, recibió la anual “Antorcha de la Libertad” en un banquete de etiqueta porque había desviado millones de dólares de saqueo criminal hasta las arcas de la ADL.
Y toda esta legislación del “discurso del odio” y “delitos de odio” tienen en último término la misión de recordar a los gentiles el estatus muy especial de que gozan los judíos en la sociedad occidental y en el mundo. Podemos criticar y denunciar a cualquiera, excepto a los judíos.
Cualquier observación sobre delincuentes foráneos, homosexuales, pervertidos o feministas histéricas puede llegar a ser perdonada si se asegura que se trataba de una crítica constructiva. Pero si alguna vez cometes el error de mencionar a los judíos de algún modo que no sea en los términos más aduladores, tu nombre pasa a la “lista del odio” y ya nunca es borrado.
En Archipiélago Gulag, Solzhenitsyn nombra algunos de los comisarios de la policía secreta comunista que llevaron a cabo el genocidio sistemático de europeos en los campos de trabajos forzados que consumió la vida de millones de ellos. Hay fotografías de seis de esos carniceros comunistas en el libro. Los seis eran judíos. Eso en un país donde apenas el 1% de la población era judía. Ofrecer esta información hoy aquí sería considerado “delito de odio” bajo los parámetros actuales.
El objetivo, resumiendo, es convencer al público que es muy malo contradecir la línea del Pensamiento Único.
Los comisarios tienen como misión perseguir la disensión y saben que es necesario llegar hasta el extremo de desacreditar públicamente a cualquiera que disienta. Entienden que su empleo-chollo depende de mantener una ilusión y cualquier disensión amenaza esa ilusión. No quieren que nadie se salga del tiesto, alguien que pueda cambiar las cosas de un modo impredecible, alguien que pudiera suponer una amenaza para sus beneficios.
Así que tienen un plan para destruirnos y silenciar a aquéllos a quienes no les intimida el miedo a la calumnia. Lo que pretenden hacer es ponernos fuera de la ley, o cuanto menos hacer que sea ilegal decir lo que pensamos. Están trabajando denodadamente en varios de estos frentes represivos.
La ADL, con la ayuda de una tenaz campaña de propaganda realizada por sus colaboradores de los medios de comunicación, comenzó a condicionar al público, legisladores y juristas para que se aceptara la noción de “delito de odio”, totalmente contraria a la tradición jurídica occidental. Lo novedoso de esta noción es que la persecución criminal puede basarse en los supuestos pensamientos del presunto “criminal” más que en sus actos, que no ha cometido. Para ello se requería una nueva legislación y un castigo severo, pues se trata de un delito “deleznable”.
Gracias a esta campaña perfectamente orquestada por los sionistas de la ADL, la masonería institucional y la extrema izquierda jurídica y cultural (ex comunistas metidos a progres), la legislación del “delito de odio” ya ha sido promulgada en muchos Estados. Así que, como afirma el Dr. Pierce, si en una refriega de bar de barrio le pegas un puñetazo en la nariz a un hombre blanco no pasará de ser una falta. Pero si tienes la mala suerte de que el que se pone delante no es blanco serás sospechoso de haber cometido un “delito de odio”, sobre todo si encima tienes el ejemplar de Mi Lucha heredado de tu abuelo, una Cruz de Hierro de tu tío ganada en el lago Ilmen o haber escrito una carta a los periódicos criticando los excesos supremacistas del Estado judío en Oriente Medio. El juicio se convertirá en un proceso ideológico-represivo donde se pretenderá dilucidar lo que estabas pensando antes, después y en el momento de soltar el puñetazo para defender a tu chica. Y para determinar tus pensamientos políticamente incorrectos, los nuevos comisarios a la soviética pueden investigar en tus asociaciones, afirmaciones políticas y religiosas, etc., tus hábitos de lectura, el tipo de música que escuchas, pueden citar a amigos e interrogarles fuera de contexto respecto a los temas tabúes del Sistema —los únicos que caen bajo la apreciación de “delito de odio” (el poder judío, la cuestión de la raza, la naturalidad de la heterosexualidad, el dogma del Holocausto)—.
Otras organizaciones judías se han subido al carro del “delito de odio” junto con la ADL: véase el listado en la “memoria” (selectiva) de su fiscal predilecto en Barcelona (8).
Sólo tenemos que extrapolar la tendencia de la última década para predecir lo que los judíos y sus colaboradores establecerán como “delitos de odio” en todos los Estados, así como a nivel europeo. Podemos contar con que los lemmings teleadictos sigan la corriente que les indiquen como políticamente correcta. Es más lamentable que jueces, legisladores, abogados, profesores, periodistas e intelectuales, quienes deberían oponerse a esta perversión de nuestro sistema judicial, auténtica degradación de nuestro sistema legal, se hayan sentado de brazos cruzados y cierren la boca por miedo a la calumnia y el etiquetado paralizante.
El siguiente escalón, tras promulgar el “delito de odio” es criminalizar el “discurso del odio”. Es sólo un paso más desde los actuales puntos de vista del fiscal estrella, según el cual el “delito de odio” basa el castigo a una persona por una falta según el tipo de libros que lee. Con el “discurso del odio” el delito se comete sólo con decir, escribir o publicar. Basta con que la ADL encuentre “odiosas” dichas opiniones —es decir, contrarias a sus intereses—. Acaban metiendo en la cárcel a la gente simplemente por sus opiniones. Absolutamente orwelliano.
Para ello han estado adoctrinando a los comentaristas de leyes más modernos a parlotear sobre cómo la libertad de expresión nunca fue algo absoluto.
España, afirman los progres, lleva el paso cambiado con respecto a los países más progresistas del mundo… es decir, aquéllos que ya se han doblegado a la ADL y sus deseos.
Pero no es sólo la ADL quien promueve este esfuerzo por cercenar la Constitución. Han alistado a un heterogéneo surtido de resentidos que conforman esta coalición, personas resentidas contra los heterosexuales, o contra la sociedad blanca, o contra los cristianos, o contra los derechistas, gente que arde interiormente contra desastres, mayormente imaginarios, que habrían podido sufrir en sus carnes; convertidos en auténticos odiadores.
Y será muy fácil para ellos perseguirnos, porque se han convertido en “expertos” que nos dirán qué discurso es ofensivo y cuál no, y cuál es la característica por la que es necesario encerrar a la gente. Los buenos chicos de la “Liga Anti-difamación” judía lo harán por nosotros, no tenemos que preocuparnos, con la colaboración de esos otros buenos chicos —que no viven del aire— de SOS-Racismo, Movimiento contra la Intolerancia y el Centro Simon Wiesenthal.
No os queda mucho tiempo antes de que os acusen de “discurso de odio” y de que acusen a los Evangelios de panfleto antisemita, o de que os prohíban leer a Quevedo o Schopenhauer por la misma razón, o que os ordenen quitar los crucifijos de todas partes porque ofendéis a los no cristianos, etc.
Hay mucho más en juego que el derecho de los disidentes como yo a disentir. Toda nuestra libertad está en juego y nuestra supervivencia religiosa, cultural y étnica también.
Por nuestra parte hay que denunciar públicamente a los auto-proclamados guardianes de la corrección política. Hay que actuar. Tienes que actuar. Puedes actuar con circunspección o no, pero lo importante es que todos os pongáis manos a la obra. Cada cual ha de evaluar su propia situación con realismo, pensar sólo en los peligros reales y no en los imaginarios, y luego hablar abiertamente con tanta fuerza y profusión como os sea posible. Esto significa levantarse y decirle al público: “Me llamo tal y esto es lo que creo”.
Fiscales políticamente ambiciosos y oficiales de policías correctamente adoctrinados observan con sus prismáticos políticamente correctos para anunciar cuantas más veces mejor la posibilidad de presentar cargos por “discurso de odio”. Esteban Ibarra, de “Movimiento Contra la Intolerancia” —otro que vive del tinglado— les hará de comparsa. Los periodistas de dicha coalición armarán el griterio contra nosotros con apariencia de estar muy preocupados por el bienestar de todos.
Todos ellos contemplan cada nuevo cercenamiento de nuestra libertad simplemente como otro paso hacia su objetivo último, el final de la escalera, que es el mínimo de libertad para todos nosotros.
Por eso estas nuevas leyes pretenden que la policía secreta pueda irrumpir en tu casa mientras estás fuera y buscar entre tus pertenencias personales y papeles privados para encontrar pruebas contra ti sin hablarte de ellas.
Hay que tener también en cuenta la creciente relación entre los grupos de presión judíos y las instituciones del Estado cuya misión es hacer cumplir las leyes.
Para hacerle aceptar esa categoría de delito de nueva invención, siguieron un plan perfectamente trazado: 1) hablar y escribir sobre “delitos de odio” en todos sus medios de comunicación de masas, que no existía prácticamente a finales de los años 1980 y luego apareció repentinamente en todas partes; 2) En los 1990 empezaron a promover las estadísticas sobre supuestos “crímenes de odio”, exigiendo a las instituciones del Estado que mantuvieran un seguimiento de los “delitos de odio” en los que supuestos sentimientos raciales o de desagrado hacia los homosexuales pudieran haber sido un factor. No era el objetivo reunir estadísticas, sino condicionar a la gente encargada de hacer cumplir las leyes para que aceptara estas nuevas categorías de delitos.
La verdad del asunto es que tomados globalmente, en la gran mayoría de asaltos interraciales, las víctimas son blancas y los perpetradores son no blancos. En virtualmente todas las violaciones interraciales, por ejemplo, la víctima es blanca (9). Pero los controlados medios de masas recibieron la consigna de subrayar durante horas y horas cualquier caso de supuestos “delitos de odio” cometidos por varones blancos heterosexuales.
Era importante mantener el engaño de que en los crímenes interraciales los no blancos son las víctimas y los blancos son los perpetradores. Simplemente empezaron a enfocar como en una iluminación de teatro los casos que interesaba magnificar, minimizando el resto del escenario, cuya evidencia es aplastante.
 
Resumen
Si la ADL hubiese sido perseguida adecuadamente por sus robos masivos de archivos policiales confidenciales, habrían sido puestos fuera de juego antes de que presionaran para que se concediera el perdón al gangster multimillonario judío Marc Rich e implementasen su invento de los delitos de odio.
El engañoso uso de los controlados medios de etiquetas tales como “racista”, “neonazi”, “odiador”, “intolerante”, es el causante en gran medida de las desastrosas políticas de inmigración extraeuropea que van minando nuestra sociedad en las últimas décadas. La ADL y sus colaboradores necesarios saturaron al público con esas etiquetas dándoles connotaciones enormemente negativas, usando dichas etiquetas tanto en las noticias como en la industria del entretenimiento, hasta que tuvieron a los lemmings condicionados como a los perros de Pavlov, haciendo que nadie ose expresar su instinto de conservación ante el temor a ser etiquetado de “racista”, por ejemplo, independientemente de las circunstancias.
En cuanto alguien es condecorado con la etiqueta “racista”, el espectador medio ya no se hace preguntas; la respuesta condicionada que los medios han implantado en él se dispara y reacciona irracional y automáticamente contra el acusado-etiquetado, al igual que los perros de Pavlov ante la cena al sonar la campana.
No razonan qué hace en realidad esa persona etiquetada en la tele de racista, si es una persona mala o razonable, por qué los que dirigen las noticias quieren que se les odie, ni qué es en realidad el racismo positivo.
Los jefes de los controlados medios, al tener el poder de “etiquetar” y de implantar respuestas condicionadas a esas etiquetas en las mentes de la mayoría, pueden controlar las actitudes del público con respecto a ideas, países, individuos, políticas o gobiernos. Usan ese poder para nuestra destrucción. Y aquí se acaba toda la palabrería sobre democracia. ¿A cuántos propietarios de medios de comunicación y los financieros que los mantienen a todos habéis elegido democráticamente?
Televisión, cine de Hollywood, periódicos, agencias de noticias internacionales, están, como es comúnmente sabido, en manos de judíos de manera aplastante. Y han convertido en una ciencia el control de la opinión pública. Son maestros en ello.
Y los legisladores, jueces y fiscales, aun tratándose de una élite, reaccionan tan pavlovianamente como los demás. Peor aún, en general, no les importa tanto la justicia como lo que es bueno para sus carreras en un sistema políticamente corrupto pero “correcto”.
De ahí que haya sido posible imponer estos nuevos “delitos de odio” que tienen como finalidad última neutralizar a todo aquél que se interponga en el camino del supremacismo judío. Ahora pues, tenemos un sistema judicial multicultural. Y entre éste y la propaganda de los controlados medios de comunicación, el objetivo es desarmarnos moralmente, desarraigarnos y dejarnos indefensos para finalmente “abolir la raza blanca”, como pide Ignatiev, y la libertad de los pueblos (10). 
 
Pedro Varela
 
 
NOTAS:
(1)    El Imperio de la Ley, Programa Radiofónico del Dr. William Pierce,  p. 24.
(2)    Dr. Pierce, op. cit.
(3)    Op. Cit. p. 27.
(4)    Op. Cit. p. 38
(5)    Dr. Pierce, ¿Quiénes son los odiadores?, programa radiofónico del 18.8.97.
(6)    El Fiscal Aguilar, mimado por los organos de expresión del sionismo barcelonés, como “La Vanguardia”, reclama estadísticas de supuestos delitos de odio que fuercen a los legisladores a endurecer la ley al respecto.
(7)    Op. Cit p. 77 WP.
(8)    En la Memoria de la Fiscalia para Delitos de Odio 2010 del Fiscal Aguilar, este destaca su importante colaboración con una docena de organizaciones homosexuales y judías de Barcelona.
(9)    Dr. Pierce, op. Cit., pág. 190.
Noel Ignatiev, hijo de inmigrantes judíos, es un profesor norteamericano de ideología marxista, activista conocido por sus llamamientos a la “abolición de la raza blanca” y a eliminar la “identidad racial”. Curiosamente en 1985 Mr. Ignatiev fue aceptado en la Harvard Graduate School of Education sin haber conseguido una graduación pre-universitaria.
 

6 comentarios:

Carlos dijo...

No he de callar por más que con tu Decreto
ya llenando tus alforjas indecente
pobreza avises y me pongas veto.

¿No ha de haber una pluma bien mordiente
audaz,que al poder encolerice,
escriba su sentir siempre de frente?

Hoy,sin servidumbre que esclavice,
pueda hablar el espíritu , despreocupado
de que mundano poder le demonice.

Saludos Old Nick,buena entrada al dar a conocer el caso de P.Varela, un espiritu valiente donde los haya.
Un abrazo

candela dijo...

Sigo sin ver qué saca el sionismo en clarode todo este mare magnum, y siempre debe haber un porqué, pero siempre estaré en contra de que se castigue o demonice a nadie por un delito de opinión o de que se censure un libro..

El delito de "odio" es una aberración puesto que nadie puede gobernar nuestros sentimientos ni nuestras conciencias. La misma gentuza que tira adoquines a esa librería acosa a los católicos o demoniza a los judíos -según interese- porque son chusma, masa borreguera. Aquí el que removió toda esta basura fué Zapatero y los cobardes incapaces de frenar los desatinos, los peperos; mala leche, idiotez y cobardía....


Bona nit Old..y ¡Riau Riau!

Old Nick dijo...

Buenos Tercetos encadenados, Amigo Mío.
Pues Sí.A Veces, HAY QUE DAR LA PALABRA A AQUELLOS A LOS "QUE EL PODER/JODER, INTENTA MACHACAR Y SILENCIAR.
Es Lo Menos Que Puede Hacer Un Buen Caballero de la Orden de Santiago Matamoros.
El Honor, La Verdad y la Justicia, ANTE TODO Y CAIGA QUIEN CAIGA.
¡Y Al Que le Pique Que se Rasque y se Vaya Con ASMODEO!
Un Abrazo
y
¡¡RIAU RIAU!!

Old Nick dijo...

Me Temo Querida Candela, Que El Asunto Es Mucho Más Complejo y Retorcido...
Ya Ves Que Siempre ROMPO LANZAS POR LAS LIBERTADES Y FUSTIGO A QUIENES TRATAN DE ACALLARLAS, SEAN QUIENES SEAN.
Zapatero Solo es Un Eslabón de Una Larguísima Cadena Internacional.
Como Dijo el GRAN GALILEO:
"El Que Tenga Oidos Que Oiga y el Que Tenga Ojos Que Vea"...
Bonna Nit Amiga y Paisana-
Noragüena por la Entrevista
Besote
y
¡¡RIAU RIAU!!

Anónimo dijo...

Ahora también se han animado los moros y quieren hacer lo mismo. Los homosexuales, los antitaurinos, los antitabaco. En fin a tomar por culo la libertad.
Saluditos.

Old Nick dijo...

¡Hombre Don Zorrón, Muy Honrado!
Y Sí. Ahora Todos se Apuntan a Coger Leña de La España Caida.¡A Ver Si Nos Quitan El COCIDO o El PASODOBLE, Porque OFENDE!
Y Encima Cobrando SUBVENCIONES.
¡Peste de GENTUZA ANTI LIBERTADES!
Abrazo.
Brindis Con Agua Mineral
(Hasta Que Puedas)
y
¡¡RIAU RIAU!!