Como lo Prometido Era Promesa y Yo Siempre CUMPLO LAS MÍAS.
Y LA ENTRADA DE HOY, - RESUMIDA EN TRES DE MIS FAMOSOS SONETAZZOS ALLA CORNAMENTA, QUE ESPERO LES GUSTEN-,APENAS REVELA NADA MENOS MALO, SOBRE LO YA SABIDO Y SOPORTADO.
HE DECIDIDO DARLES DOS POR UNO, SIN COSTO ADICIONAL ALGUNO, POR SU PARTE.
PUES ESO, DOS PAJAROS, LIQUIDADOS POR UN SÓLO CARTUCHAZO.
Ahí Les Dejo La SEGUNDA PARTE de La CARTA DESDE PRISIÓN De PEDRO VARELA, Que Explica, Documentadamente, Quiénes SON, LOS FOMENTADORES DE "LOS DELITOS DE ODIO" Y CUALES SON SUS FINES.
¡ENTÉRENSE DE UNA VEZ, DE CÓMO LES MANEJAN!
¡QUE DISFRUTEN POR PARTIDA DOBLE.
Un Saludo
Un BRINDIS POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA
y
¡¡RIAU RIAU!!
Mardi 22 mai 2012

Dado el
certero análisis que el Dr. Pierce realizaba en otro de sus programas
radiofónicos (5), citémosle de nuevo. “Está claro para mí que
esas historias sensacionalistas de los controlados medios de
comunicación, que todas pretenden estar contra el odio —de hecho,
afirman deplorar el crecimiento del odio en nuestra sociedad, estar
alarmados por él y estar buscando maneras de mejorar la situación—,
esas historias que denuncian el odio tienen el efecto de causar odio”
hacia quienes les ponen en evidencia, como nosotros.
Existe una relación causa-efecto que nos lleva a deducir que estaba
planeado así. “O lo que es lo mismo, todas esas protestas de los medios
de comunicación sobre el crecimiento del odio” en
Europa, están realizadas intencionalmente con el propósito
específico de provocar odio, de incitar al odio. Si reunís esas historias del New
York Times, El País, La Vanguardia, El Periódico
u otras “marcas” de los controlados medios de comunicación de masas al
servicio del plan y las estudiáis, veréis
un cierto patrón. Por ejemplo, siempre utilizan la palabra “odio” al
escribir sobre Pedro Varela o la Librería Europa y Ediciones Ojeda. Sea
una historia larga o la más corta imaginable, se hará
lo posible para usar la palabra “odio” u “odiador”, o la frase
“grupo de odio”, “literatura del odio”, “conferencias del odio”,
“difusión del odio”, “doctrina del odio”… Lo importante es mezclar
cualquier actividad editorial o cultural con lo que la Liga
Anti-difamación judía (ADL) y la logia judía B’nai B’rith definieron ya
en sus orígenes como “hate speech” (“discurso del
odio”), que sus tentáculos no han hecho sino exportar a nuestra
sociedad local, la “provincia España”. Es evidente que estas cosas no
suceden por chiripa, porque ocurre de forma consistente y
siguiendo un plan perfectamente diseñado jurídica, sociológica y
psicológicamente. De este modo lo que tratan de hacer deliberadamente es
crear una asociación en la mente del lector o del
telespectador medio entre cualquier mención sobre mí o mi editorial y
librería a la emoción del odio. Se trata de una perfectamente trazada
ingeniería psicológica. Con ello intentan que la gente
no reflexione sobre lo que se esconde detrás del uso de los “delitos
de odio” —esta entelequia significa sólo lo que el Sistema quiere que
signifique—. De este modo el amo utiliza a la población
misma como tropa de choque contra su propia libertad de expresión e
información. Esa correlación lleva a los que dicen que odian el odio a
lanzar recurrentemente adoquines contra Librería Europa
y su personal. Esos adoquines, cócteles molotov y quema y secuestro
de libros se realizan —deducimos— inmersos en el “pacifismo” e
imaginamos que sin odio. Curiosa manera de combatir el odio.
¿Quién sale ganando? La ADL y sus correligionarios, auténticos
inventores de la criatura denominada “delitos de odio”.
En las
últimas décadas, su propaganda de odio ha estado dirigida no sólo contra
los alemanes, perdedores de la guerra mundial en el siglo
pasado, sino también contra todo el que no sea políticamente
correcto, es decir, todo aquél que no se trague el anzuelo de sus nuevos
dogmas ideológicos y se resista a ser diluido en el
“melting-pot” del Nuevo Orden Mundial. Tanto más contra
cualquiera que ofrezca al público la posibilidad de informarse sobre los
temas tabúes, dando un nuevo giro talmúdico digno de la
mejor ingeniería sociológica: usar una fingida campaña contra el
odio para incitar al odio contra lo autóctono. El truco de usar la
ficción de estar luchando altruistamente contra el odio para
incitar al odio contra los oponentes no es nuevo. Lo nuevo es el
invento del delito.
Inventaron los términos “delitos de odio” y “discurso de odio” (“hate speech”) hace poco más de dos décadas, y empezaron a ser
importados a nuestro país a mediados de los 1990.
Pero ya George Orwell nos advirtió de lo que se nos venía encima allá por 1948, cuando en su célebre 1984 popularizó el concepto de
“crimen mental” con su novela entonces futurista, hoy ya realista.
En cualquier
caso, han estado usando su influencia política para forzar al gobierno y
las diversas instituciones y poderes estatales
(legislativo, judicial, policial) para que reconocieran oficialmente
su invención e instituir las llamadas “estadísticas de delitos de odio”
que tanto reclama el mediático “fiscal rojo”
(6).
De la noche a
la mañana, y por aparente casualidad, todos los controlados medios de
comunicación de masas comenzaron a usar esos términos,
pura ingeniería del lenguaje previa a la ingeniería jurídica. Ahora
ya tienen a su flamante fiscal de delitos de odio recorriendo foros
dando discursos sobre la necesidad de erradicar el “delito
de odio” y el “discurso de odio” que ellos mismos han inventado, o
bien adoctrinando a los jueces recién salidos de la escuela judicial
sobre la necesidad de que hagan una interpretación
restrictiva de la Constitución para criminalizar a quienes ponen en
evidencia su plan destructor. Así demonizan a sus enemigos y los hacen
aparecer como irracionales, peligrosos y odiosos ante el
público.
Así que el
truco es sólo aparentemente nuevo, pero el odio que destilan contra la
humanidad no es nuevo. Hoy su engañosa campaña de odio se
dirige contra los patriotas y los identitarios, último bastión de
nuestros pueblos.
Son pues los nuevos guardianes de la corrección política y ellos deciden cuál es el significado de “delito de odio”.
Está muy bien
que exista una “asociación para promover a la gente subsahariana” en la
Universidad o en otro lado. Sabemos que eso es
políticamente correcto. Pero si, por ejemplo, alguien se atreviera a
organizar una asociación universitaria reservada a estudiantes blancos
se encontraría con aullidos de indignación de los
“guardianes” de la corrección política.
Otro caso:
todos sabemos que expresar revulsión por las prácticas de los
homosexuales, sentida por todo heterosexual aún con instintos
naturales saludables, es el colmo de la incorrección política y hará
que se nos etiquete de “odiadores” en un instante. Sólo con pretender
dar a nuestros hijos un ejemplo positivo de masculinidad
y feminidad heterosexual tradicional, nos hacemos sospechosos de
“odiar”, así que más vale hacerlo discretamente, que es lo que a la
postre pretenden: “dejaros avasallar o acabaréis etiquetados
con algún delito de odio”.
Pero no nos olvidemos de una enseñanza: aquél que tira la piedra y esconde la mano deberá ser acusado de la pedrada.
Resumiendo:
han estado ejerciendo presión durante años para que se promulgaran leyes
contra los “delitos de odio”, quedando en sus manos
decidir y definir qué diablos es eso. Son maestros de la
manipulación psicológica —maestros de la mentira, les llamaba Cristo—.
El propósito de llevarme a mí a la cárcel, y hacer de la mera
edición de libros algo altamente criminal en los periódicos, es
intimidar a la población para que no lea nuestros libros y vea lo que le
puede pasar a cualquiera que se resista a sus planes. Y
lamentablemente este tipo de intimidación funciona entre los
pusilánimes demasiado a menudo. Funciona porque se aprovechan de vuestra
timidez y porque saben que estáis acobardados con su griterío
en los medios. Por eso es necesario pasar al contraataque, decir
basta y pararles los pies, antes de que sea demasiado tarde.
“Solzhenitsyn
(7) lamenta que los ciudadanos de San Petersburgo se acobardaran detrás
de sus puertas cuando las furgonetas negras —enviadas
por Yagoda— paraban delante de sus bloques noche tras noche para
arrestar a los vecinos. Si al menos los rusos decentes hubieran
respondido —dice Solzhenitsyn— cuando los matones arrastraban a
sus víctimas, fácilmente podrían haber arrollado a las fuerzas de
Yagoda y haber forzado el final de los arrestos en masa. Pero no
respondieron y los arrestos y las liquidaciones continuaron. Y
así, concluye el autor de Archipiélago Gulag, debido a su
cobardía y egoísmo los rusos sufrieron lo que los judeo-comunistas les
hicieron. Un cuarto de los habitantes de la ciudad fue
liquidado por Yagoda en dos años. Aplicaos el cuento.
Y pronto,
pues hay algo de urgencia, ya que los sionistas de la ADL y sus
homólogos en España continúan presionando para que se implementen
los “delitos de odio” y el “discurso de odio” —que significa
cualquier discurso que contradiga su versión de los hechos—.
Tenemos la
Constitución, y se supone que limita hasta cierto punto lo que los
políticos pueden hacer tras ser elegidos. Tenemos un sistema
de tribunales que se supone que se asegura que los políticos no se
desvíen mucho de la Constitución. Y un Tribunal Supremo y un Tribunal
Constitucional que supervisan que los tribunales
ordinarios no se desvíen en su interpretación de la anterior. Pero
los jueces de esos tribunales son, en demasiados casos, designados por
los políticos a los que se supone que tienen que vigilar.
Con lo cual buena parte del sistema queda viciado.
Por eso es
posible que, tras imponer el invento de los “delitos de odio” lleven a
cabo un nuevo contorsionismo lingüístico y hagan deducir a
las mentes sencillas —que son mayoría— que “delitos de odio” y
“grupo terrorista” son equivalentes. Un cambio significativo. “Grupo de
odio” es un término enfermizo que pueden aplicar a cualquier
grupo humano que defienda ideas o doctrinas con las que no están de
acuerdo. Las feministas en Estados Unidos ya hace una década que
califican de “grupos de odio” a los movimientos
anti-abortistas. Pero un grupo terrorista es en realidad un grupo
que se involucra en actividades terroristas con bombas, armas,
asesinatos, secuestros y cosas parecidas. Pronto sugerirán que lo
uno y lo otro se compenetran.
La
legislación de “delitos de odio” que la ADL (Liga Anti-difamación judía)
se propuso implementar ya en la década de 1990, consiguiéndolo
en buena medida, pretende castigar a una persona por lo que se
supone que estaba pensando antes o durante la expresión de una opinión
—convertida en ofensa— contra un miembro o un grupo de
miembros de una minoría oficialmente favorecida. Nuestros flamantes
progres catalanes no son sino la correa de transmisión de la ADL y sus
correligionarios, lo sepan o no —podeis estar
convencidos de que lo saben o cuando menos lo intuyen-.
Por ejemplo, puedes publicar un libro con información fidedigna que demostraría el dominio descollante del lobby
judío de los
controlados medios de comunicación de masas, la Alta Finanza
internacional, etc. El libro y su autor quedan totalmente amparados en
los derechos garantizados por la Constitución en el ejercicio
de nuestras libertades. Pero como ese lobby denunciado por
nuestro autor y las asociaciones que promueven los delitos de odio son
un mismo grupo de intereses, para ellos el autor no es
un autor sino un “odiador”, y su editor, quien esto suscribe, un
“promotor del discurso del odio”. Ahora existe el libro y el “libro de
odio”, esto es, cualquier libro que no guste a los
sionistas y sus comisarios. Sólo por ello estás sujeto a su castigo.
Y no sólo eso, el castigo será más severo que el que recibirías si te
refirieses a los esquimales, por ejemplo. Escribir y
editar ya no es simplemente escribir y editar. Ahora existe el
editor y el “editor del odio”. Y para decidir cuál es cuál, el fiscal
ordena mirar tus gustos personales de lectura, husmear qué
tipo de música escuchas, investigar tus afiliaciones políticas y
religiosas, preguntar a tus vecinos sobre posibles expresiones de tus
opiniones políticamente incorrectas que pudieses haber
dicho, e incluso ordenar una copia de todos tus SMS, e-mails
y conversaciones por el móvil para encontrar cualquier frase
desafortunada fuera de contexto. Luego presentará toda esa
información hábilmente dispuesta ante el tribunal como pruebas
contra ti. Todo el concepto de “delito de odio” es orwelliano. Pone
patas arriba y da la vuelta a todos los conceptos humanistas de
la tradición occidental de ley y libertad individual. Pero como el
grupo más ruidoso de entre los que promueven el delito de odio es el
judío, ningún político de izquierdas ni de derechas se
atreve a hablar contra él, conocen su poder.
Nosotros
también podemos encontrar muchísimas programaciones televisivas o
películas de Hollywood ofensivas para nuestra fe, nuestra
historia, nuestra moral o nuestra visión del mundo. Pero podéis
estar seguros que no es eso lo que la ADL y sus fiscales tienen en mente
cuando hacen campaña a favor de leyes y acciones contra el
“discurso del odio”. La misma ADL constata que pese a todo aún no lo
controla todo. De ahí que la ADL esté especialmente interesada y haya
estado trabajando en implementar legislación y
software para desarrollar programas de censura para que los
usuarios de internet no puedan encontrar información políticamente
incorrecta que ya han conseguido censurar en los medios
impresos.
No contentos
con eso, la ADL ha cultivado durante años su relación con las
instituciones policiales. La ADL y sus adláteres de provincias
como España -como pueden ser sus fiscales afines y supeditados-,
adoctrinan a los policías y jueces con su propaganda de odio con la
excusa de enseñarles cómo “reconocer” y combatir a los
heterodoxos y la forma adecuada de “interpretar la ley” y acotar la
Constitución para imponer su dictadura ideológica planetaria. Han
convencido incluso a todo el mundo que carece de importancia
que la misma ADL sea una organización criminal —y han sido pillados in fraganti
con archivos policiales robados y miles de fichas de ciudadanos
norteamericanos conseguidas ilegalmente—.
Hay que empezar a contemplar con creciente horror e indignación la
subversión de nuestras instituciones policiales y judiciales.
Y todo esto
pueden hacerlo sólo porque la gente decente se queda de brazos cruzados.
Si las personas decentes además de indignarse se
levantaran y aceptaran su responsabilidad personal por nuestra
libertad y la de nuestros hijos, si se comprometieran y empezaran a
trabajar unidos, podríamos pararles los pies a los nuevos
comisarios. No seamos, pues, cobardes holgazanes, porque la vida no
nos perdona ni un minuto perdido. No te disfraces de tío listo que no se
compromete con nada ni se arriesga en nada. Hay que
participar en la vida y no esperar al final de la película. Sé actor
y no sólo espectador del drama. Cierto, los burócratas intentarán poner
tu nombre en algún tipo de lista de “enemigos”
políticamente incorrectos. ¿Y qué? Contémplalo como un honor y su
lista carecerá de valor alguno.
¿Se os ocurre
un solo medio de comunicación de masas, un solo periódico, una sola
cadena de televisión que no esté a favor de leyes contra
el llamado “discurso de odio”? De este modo, los que se pasan el
tiempo libre sentados en el sillón ante el televisor han sido
convencidos de que los “odiadores” deberían ser encarcelados. De
este modo los que vulneran lo políticamente correcto son
encarcelados más por lo que se supone que estaban pensando que por lo
que hacían.
Los “progres”
por un lado y los ultraliberales por el otro, afirman que necesitamos
estas leyes para mantener la tranquilidad doméstica, que
es más importante evitar que se hiera los sentimientos de la gente
por un “discurso de odio” supuestamente ofensivo que el preservar la
libertad.
Los que están
a favor de estas leyes también pretenden abolir la libertad. Dicen que
están a favor de la libertad de prensa y la libertad de
expresión, pero de lo que están en realidad a favor es de la
libertad de su prensa y la libertad de su expresión, no de la de los
demás.
Los Protocolos de los Sabios de Sión,
por ejemplo, por cuya publicación estoy también en la cárcel, es
ciertamente un documento de
interés histórico, independientemente de cuál sea nuestra opinión
sobre su contenido. Y aun así, éste como otros libros de nuestro
catálogo es denunciado de forma rutinaria por los medios y
organizaciones judías como “literatura del odio”.
No puedes
leer un artículo sobre nuestros libros en ningún periódico importante
sin ver la palabra “odio” al menos una docena de veces. No
sólo porque no les gusten, sino porque están tratando
deliberadamente de condicionar al público —de lavarles el cerebro—
formando en sus mentes la asociación entre nuestros libros alternativos y
miedo, odio, violencia, etc. Intentan atemorizar al público
deliberadamente.
La mayoría de
los policías locales, aun en pleno adoctrinamiento ideológico, están
algo confusos con esta nueva categoría de “delitos de
odio” que los sionistas han promovido a través de diversos
estamentos legislativos en este país. Hace veinte años todo el concepto
de “delito de odio” era desconocido. Ellos lo inventaron y se
autotitulan “expertos” en él.
La “Liga
Anti-difamación” judía (ADL) y organizaciones similares son descritas
como organizaciones de derechos humanos. Y se presentan ante
las policías y fiscalías locales con aire de autoridad ofreciéndoles
“ayuda”. Lo que significa que se ofrecen a proporcionar seminarios de
adoctrinamiento a policías locales para que aprendan a
“descubrir” y “tratar” los “delitos de odio”. Pocos cuestionan los
verdaderos motivos de la ADL y sus colaboradores necesarios. Simplemente
aprenden a odiar a la gente que la ADL les dice que
desprecie. En cuanto surge alguna cuestión en torno a disidentes, se
dirigen a los de la ADL a pedir consejo, creando una relación cuasi
oficial entre las fiscalías y policías locales tontainas y
esa banda de delincuentes internacionales que está involucrada en
actividades criminales a gran escala y ha sido cogida robando archivos
policiales confidenciales a escala inmensa (fichas de
12.000 personas sólo en California). Han sobornado a policías y a
otros servidores públicos para tener acceso ilegal a información
confidencial. La ADL tiene fuertes lazos con otras
organizaciones criminales. Nada menos que “el Padrino” de los bajos
fondos de Las Vegas, el judío Moe Dalitz, recibió la anual “Antorcha de
la Libertad” en un banquete de etiqueta porque había
desviado millones de dólares de saqueo criminal hasta las arcas de
la ADL.
Y toda esta
legislación del “discurso del odio” y “delitos de odio” tienen en último
término la misión de recordar a los gentiles el estatus
muy especial de que gozan los judíos en la sociedad occidental y en
el mundo. Podemos criticar y denunciar a cualquiera, excepto a los
judíos.
Cualquier
observación sobre delincuentes foráneos, homosexuales, pervertidos o
feministas histéricas puede llegar a ser perdonada si se
asegura que se trataba de una crítica constructiva. Pero si alguna
vez cometes el error de mencionar a los judíos de algún modo que no sea
en los términos más aduladores, tu nombre pasa a la
“lista del odio” y ya nunca es borrado.
En Archipiélago Gulag,
Solzhenitsyn nombra algunos de los comisarios de la policía secreta
comunista que llevaron a cabo el
genocidio sistemático de europeos en los campos de trabajos forzados
que consumió la vida de millones de ellos. Hay fotografías de seis de
esos carniceros comunistas en el libro. Los seis eran
judíos. Eso en un país donde apenas el 1% de la población era judía.
Ofrecer esta información hoy aquí sería considerado “delito de odio”
bajo los parámetros actuales.
El objetivo, resumiendo, es convencer al público que es muy malo contradecir la línea del Pensamiento Único.
Los
comisarios tienen como misión perseguir la disensión y saben que es
necesario llegar hasta el extremo de desacreditar públicamente a
cualquiera que disienta. Entienden que su empleo-chollo depende de
mantener una ilusión y cualquier disensión amenaza esa ilusión. No
quieren que nadie se salga del tiesto, alguien que pueda
cambiar las cosas de un modo impredecible, alguien que pudiera
suponer una amenaza para sus beneficios.
Así que
tienen un plan para destruirnos y silenciar a aquéllos a quienes no les
intimida el miedo a la calumnia. Lo que pretenden hacer es
ponernos fuera de la ley, o cuanto menos hacer que sea ilegal decir
lo que pensamos. Están trabajando denodadamente en varios de estos
frentes represivos.
La ADL, con
la ayuda de una tenaz campaña de propaganda realizada por sus
colaboradores de los medios de comunicación, comenzó a condicionar
al público, legisladores y juristas para que se aceptara la noción
de “delito de odio”, totalmente contraria a la tradición jurídica
occidental. Lo novedoso de esta noción es que la persecución
criminal puede basarse en los supuestos pensamientos del presunto
“criminal” más que en sus actos, que no ha cometido. Para ello se
requería una nueva legislación y un castigo severo, pues se
trata de un delito “deleznable”.
Gracias a
esta campaña perfectamente orquestada por los sionistas de la ADL, la
masonería institucional y la extrema izquierda jurídica y
cultural (ex comunistas metidos a progres), la legislación
del “delito de odio” ya ha sido promulgada en muchos Estados. Así que,
como afirma el Dr. Pierce, si en una refriega de bar de
barrio le pegas un puñetazo en la nariz a un hombre blanco no pasará
de ser una falta. Pero si tienes la mala suerte de que el que se pone
delante no es blanco serás sospechoso de haber cometido
un “delito de odio”, sobre todo si encima tienes el ejemplar de Mi Lucha
heredado de tu abuelo, una Cruz de Hierro de tu tío ganada en el lago
Ilmen o haber escrito una carta a los
periódicos criticando los excesos supremacistas del Estado judío en
Oriente Medio. El juicio se convertirá en un proceso
ideológico-represivo donde se pretenderá dilucidar lo que estabas
pensando
antes, después y en el momento de soltar el puñetazo para defender a
tu chica. Y para determinar tus pensamientos políticamente incorrectos,
los nuevos comisarios a la soviética pueden
investigar en tus asociaciones, afirmaciones políticas y religiosas,
etc., tus hábitos de lectura, el tipo de música que escuchas, pueden
citar a amigos e interrogarles fuera de contexto respecto
a los temas tabúes del Sistema —los únicos que caen bajo la apreciación de “delito de odio” (el poder judío, la cuestión de la raza, la
naturalidad de la heterosexualidad, el dogma del Holocausto)—.
Otras
organizaciones judías se han subido al carro del “delito de odio” junto
con la ADL: véase el listado en la “memoria” (selectiva) de su
fiscal predilecto en Barcelona (8).
Sólo tenemos
que extrapolar la tendencia de la última década para predecir lo que los
judíos y sus colaboradores establecerán como “delitos
de odio” en todos los Estados, así como a nivel europeo. Podemos
contar con que los lemmings teleadictos sigan la corriente que
les indiquen como políticamente correcta. Es más
lamentable que jueces, legisladores, abogados, profesores,
periodistas e intelectuales, quienes deberían oponerse a esta perversión
de nuestro sistema judicial, auténtica degradación de nuestro
sistema legal, se hayan sentado de brazos cruzados y cierren la boca
por miedo a la calumnia y el etiquetado paralizante.
El siguiente
escalón, tras promulgar el “delito de odio” es criminalizar el “discurso
del odio”. Es sólo un paso más desde los actuales
puntos de vista del fiscal estrella, según el cual el “delito de
odio” basa el castigo a una persona por una falta según el tipo de
libros que lee. Con el “discurso del odio” el delito se comete
sólo con decir, escribir o publicar. Basta con que la ADL encuentre
“odiosas” dichas opiniones —es decir, contrarias a sus intereses—.
Acaban metiendo en la cárcel a la gente simplemente por sus
opiniones. Absolutamente orwelliano.
Para ello han
estado adoctrinando a los comentaristas de leyes más modernos a
parlotear sobre cómo la libertad de expresión nunca fue algo
absoluto.
España,
afirman los progres, lleva el paso cambiado con respecto a los países
más progresistas del mundo… es decir, aquéllos que ya se han
doblegado a la ADL y sus deseos.
Pero no es
sólo la ADL quien promueve este esfuerzo por cercenar la Constitución.
Han alistado a un heterogéneo surtido de resentidos que
conforman esta coalición, personas resentidas contra los
heterosexuales, o contra la sociedad blanca, o contra los cristianos, o
contra los derechistas, gente que arde interiormente contra
desastres, mayormente imaginarios, que habrían podido sufrir en sus
carnes; convertidos en auténticos odiadores.
Y será muy
fácil para ellos perseguirnos, porque se han convertido en “expertos”
que nos dirán qué discurso es ofensivo y cuál no, y cuál es
la característica por la que es necesario encerrar a la gente. Los
buenos chicos de la “Liga Anti-difamación” judía lo harán por nosotros,
no tenemos que preocuparnos, con la colaboración de esos
otros buenos chicos —que no viven del aire— de SOS-Racismo,
Movimiento contra la Intolerancia y el Centro Simon Wiesenthal.
No os queda
mucho tiempo antes de que os acusen de “discurso de odio” y de que
acusen a los Evangelios de panfleto antisemita, o de que os
prohíban leer a Quevedo o Schopenhauer por la misma razón, o que os
ordenen quitar los crucifijos de todas partes porque ofendéis a los no
cristianos, etc.
Hay mucho más
en juego que el derecho de los disidentes como yo a disentir. Toda
nuestra libertad está en juego y nuestra supervivencia
religiosa, cultural y étnica también.
Por nuestra
parte hay que denunciar públicamente a los auto-proclamados guardianes
de la corrección política. Hay que actuar. Tienes que
actuar. Puedes actuar con circunspección o no, pero lo importante es
que todos os pongáis manos a la obra. Cada cual ha de evaluar su propia
situación con realismo, pensar sólo en los peligros
reales y no en los imaginarios, y luego hablar abiertamente con
tanta fuerza y profusión como os sea posible. Esto significa levantarse y
decirle al público: “Me llamo tal y esto es lo que
creo”.
Fiscales
políticamente ambiciosos y oficiales de policías correctamente
adoctrinados observan con sus prismáticos políticamente correctos
para anunciar cuantas más veces mejor la posibilidad de presentar
cargos por “discurso de odio”. Esteban Ibarra, de “Movimiento Contra la
Intolerancia” —otro que vive del tinglado— les hará de
comparsa. Los periodistas de dicha coalición armarán el griterio
contra nosotros con apariencia de estar muy preocupados por el bienestar
de todos.
Todos ellos
contemplan cada nuevo cercenamiento de nuestra libertad simplemente como
otro paso hacia su objetivo último, el final de la
escalera, que es el mínimo de libertad para todos nosotros.
Por eso estas
nuevas leyes pretenden que la policía secreta pueda irrumpir en tu casa
mientras estás fuera y buscar entre tus pertenencias
personales y papeles privados para encontrar pruebas contra ti sin
hablarte de ellas.
Hay que tener
también en cuenta la creciente relación entre los grupos de presión
judíos y las instituciones del Estado cuya misión es hacer
cumplir las leyes.
Para hacerle
aceptar esa categoría de delito de nueva invención, siguieron un plan
perfectamente trazado: 1) hablar y escribir sobre
“delitos de odio” en todos sus medios de comunicación de masas, que
no existía prácticamente a finales de los años 1980 y luego apareció
repentinamente en todas partes; 2) En los 1990 empezaron a
promover las estadísticas sobre supuestos “crímenes de odio”,
exigiendo a las instituciones del Estado que mantuvieran un seguimiento
de los “delitos de odio” en los que supuestos sentimientos
raciales o de desagrado hacia los homosexuales pudieran haber sido
un factor. No era el objetivo reunir estadísticas, sino condicionar a la
gente encargada de hacer cumplir las leyes para que
aceptara estas nuevas categorías de delitos.
La verdad del
asunto es que tomados globalmente, en la gran mayoría de asaltos
interraciales, las víctimas son blancas y los perpetradores
son no blancos. En virtualmente todas las violaciones interraciales,
por ejemplo, la víctima es blanca (9). Pero los controlados medios de
masas recibieron la consigna de subrayar durante horas y
horas cualquier caso de supuestos “delitos de odio” cometidos por
varones blancos heterosexuales.
Era
importante mantener el engaño de que en los crímenes interraciales los
no blancos son las víctimas y los blancos son los perpetradores.
Simplemente empezaron a enfocar como en una iluminación de teatro
los casos que interesaba magnificar, minimizando el resto del escenario,
cuya evidencia es aplastante.
Resumen
Si la ADL
hubiese sido perseguida adecuadamente por sus robos masivos de archivos
policiales confidenciales, habrían sido puestos fuera de
juego antes de que presionaran para que se concediera el perdón al gangster multimillonario judío Marc Rich e implementasen su invento de los delitos de odio.
El engañoso
uso de los controlados medios de etiquetas tales como “racista”,
“neonazi”, “odiador”, “intolerante”, es el causante en gran
medida de las desastrosas políticas de inmigración extraeuropea que
van minando nuestra sociedad en las últimas décadas. La ADL y sus
colaboradores necesarios saturaron al público con esas
etiquetas dándoles connotaciones enormemente negativas, usando
dichas etiquetas tanto en las noticias como en la industria del
entretenimiento, hasta que tuvieron a los lemmings
condicionados como a los perros de Pavlov, haciendo que nadie ose
expresar su instinto de conservación ante el temor a ser etiquetado de
“racista”, por ejemplo, independientemente de las
circunstancias.
En cuanto
alguien es condecorado con la etiqueta “racista”, el espectador medio ya
no se hace preguntas; la respuesta condicionada que los
medios han implantado en él se dispara y reacciona irracional y
automáticamente contra el acusado-etiquetado, al igual que los perros de
Pavlov ante la cena al sonar la campana.
No razonan
qué hace en realidad esa persona etiquetada en la tele de racista, si es
una persona mala o razonable, por qué los que dirigen
las noticias quieren que se les odie, ni qué es en realidad el
racismo positivo.
Los jefes de
los controlados medios, al tener el poder de “etiquetar” y de implantar
respuestas condicionadas a esas etiquetas en las mentes
de la mayoría, pueden controlar las actitudes del público con
respecto a ideas, países, individuos, políticas o gobiernos. Usan ese
poder para nuestra destrucción. Y aquí se acaba toda la
palabrería sobre democracia. ¿A cuántos propietarios de medios de
comunicación y los financieros que los mantienen a todos habéis elegido
democráticamente?
Televisión,
cine de Hollywood, periódicos, agencias de noticias internacionales,
están, como es comúnmente sabido, en manos de judíos de
manera aplastante. Y han convertido en una ciencia el control de la
opinión pública. Son maestros en ello.
Y los
legisladores, jueces y fiscales, aun tratándose de una élite, reaccionan
tan pavlovianamente como los demás. Peor aún, en general, no
les importa tanto la justicia como lo que es bueno para sus carreras
en un sistema políticamente corrupto pero “correcto”.
De ahí que
haya sido posible imponer estos nuevos “delitos de odio” que tienen como
finalidad última neutralizar a todo aquél que se
interponga en el camino del supremacismo judío. Ahora pues, tenemos
un sistema judicial multicultural. Y entre éste y la propaganda de los
controlados medios de comunicación, el objetivo es
desarmarnos moralmente, desarraigarnos y dejarnos indefensos para
finalmente “abolir la raza blanca”, como pide Ignatiev, y la libertad de
los pueblos (10).
Pedro Varela
NOTAS:
(1) El Imperio de
la Ley, Programa Radiofónico del Dr. William Pierce, p. 24.
(2) Dr. Pierce,
op. cit.
(3) Op. Cit. p.
27.
(4) Op. Cit. p.
38
(5) Dr. Pierce,
¿Quiénes son los odiadores?, programa radiofónico del 18.8.97.
(6)
El Fiscal
Aguilar, mimado por los organos de expresión del sionismo
barcelonés, como “La Vanguardia”, reclama estadísticas de supuestos
delitos de odio que fuercen a los legisladores a endurecer la ley al
respecto.
(7) Op. Cit p. 77
WP.
(8)
En la Memoria
de la Fiscalia para Delitos de Odio 2010 del Fiscal Aguilar, este
destaca su importante colaboración con una docena de organizaciones
homosexuales y judías de Barcelona.
(9) Dr. Pierce,
op. Cit., pág. 190.
Noel
Ignatiev, hijo de inmigrantes judíos, es un profesor norteamericano de
ideología marxista, activista conocido por sus llamamientos a la
“abolición de la raza blanca” y a eliminar la “identidad racial”.
Curiosamente en 1985 Mr. Ignatiev fue aceptado en la Harvard Graduate
School of Education sin haber conseguido una graduación
pre-universitaria.
6 comentarios:
No he de callar por más que con tu Decreto
ya llenando tus alforjas indecente
pobreza avises y me pongas veto.
¿No ha de haber una pluma bien mordiente
audaz,que al poder encolerice,
escriba su sentir siempre de frente?
Hoy,sin servidumbre que esclavice,
pueda hablar el espíritu , despreocupado
de que mundano poder le demonice.
Saludos Old Nick,buena entrada al dar a conocer el caso de P.Varela, un espiritu valiente donde los haya.
Un abrazo
Sigo sin ver qué saca el sionismo en clarode todo este mare magnum, y siempre debe haber un porqué, pero siempre estaré en contra de que se castigue o demonice a nadie por un delito de opinión o de que se censure un libro..
El delito de "odio" es una aberración puesto que nadie puede gobernar nuestros sentimientos ni nuestras conciencias. La misma gentuza que tira adoquines a esa librería acosa a los católicos o demoniza a los judíos -según interese- porque son chusma, masa borreguera. Aquí el que removió toda esta basura fué Zapatero y los cobardes incapaces de frenar los desatinos, los peperos; mala leche, idiotez y cobardía....
Bona nit Old..y ¡Riau Riau!
Buenos Tercetos encadenados, Amigo Mío.
Pues Sí.A Veces, HAY QUE DAR LA PALABRA A AQUELLOS A LOS "QUE EL PODER/JODER, INTENTA MACHACAR Y SILENCIAR.
Es Lo Menos Que Puede Hacer Un Buen Caballero de la Orden de Santiago Matamoros.
El Honor, La Verdad y la Justicia, ANTE TODO Y CAIGA QUIEN CAIGA.
¡Y Al Que le Pique Que se Rasque y se Vaya Con ASMODEO!
Un Abrazo
y
¡¡RIAU RIAU!!
Me Temo Querida Candela, Que El Asunto Es Mucho Más Complejo y Retorcido...
Ya Ves Que Siempre ROMPO LANZAS POR LAS LIBERTADES Y FUSTIGO A QUIENES TRATAN DE ACALLARLAS, SEAN QUIENES SEAN.
Zapatero Solo es Un Eslabón de Una Larguísima Cadena Internacional.
Como Dijo el GRAN GALILEO:
"El Que Tenga Oidos Que Oiga y el Que Tenga Ojos Que Vea"...
Bonna Nit Amiga y Paisana-
Noragüena por la Entrevista
Besote
y
¡¡RIAU RIAU!!
Ahora también se han animado los moros y quieren hacer lo mismo. Los homosexuales, los antitaurinos, los antitabaco. En fin a tomar por culo la libertad.
Saluditos.
¡Hombre Don Zorrón, Muy Honrado!
Y Sí. Ahora Todos se Apuntan a Coger Leña de La España Caida.¡A Ver Si Nos Quitan El COCIDO o El PASODOBLE, Porque OFENDE!
Y Encima Cobrando SUBVENCIONES.
¡Peste de GENTUZA ANTI LIBERTADES!
Abrazo.
Brindis Con Agua Mineral
(Hasta Que Puedas)
y
¡¡RIAU RIAU!!
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